España, al igual que el resto de los países del mundo, ha tenido que cambiar las leyes, la terminología utilizada y la intencionalidad de sus acciones a la hora de referirse a personas con diversidad funcional. Las sociedades occidentales desde el s.XVIII han sido altamente excluyente. El rechazo de la diferencia con respecto a la norma establecida ha sido una de las señas de identidad de la modernidad.
Por esta razón, para que las cosas mejoren y producir un cambio efectivo y duradero en la nueva sociedad que estamos construyendo todos, es necesario adaptar nuestro vocabulario y dejar de vernos como extraños. Muchas veces pensamos que con grandes hechos se solucionan los problemas y no pensamos que, a veces, con pequeños actos, podemos conseguir grandes cosas. Tenemos que poner de nuestra parte para que todas y todos nos sintamos integrados. Un cambio en la manera en la que vemos la diferencia es la forma para que nadie se siente fuera de lugar. Todos y todas somos diferentes y diversos pero lo que sí tenemos claro es que somos seres humanos que esperamos un trato igualitario y facilidades para poder acceder a todas las maravillas que nos ofrece la sociedad en la que vivimos.
El Estado español ha iniciado desde hace años políticas de inclusión con el objetivo de garantizar los mismos derechos de uso y disfrute de todos los recursos a personas con capacidades diferentes. ¿En qué podemos notar que estas leyes están ya en marcha? Hay muchas cosas que ahora nos parecen lógicas y naturales pero que no lo eran tanto hace relativamente poco tiempo. El hecho de que hayan zonas reservadas exclusivamente para personas con diversidad funcional en los transportes públicos; el uso de rampas para que los accesos sean más fáciles y les confieran autonomía o las facilidades para acceder a puestos de trabajos dignos son señales de que las cosas han cambiado en nuestra sociedad y de que seguirán cambiando en un futuro.
Podemos esperar cambios legislativos pero también podemos adelantarnos y empezar a hacer. Los cambios desde arriba normalmente vienen impulsado por acciones que la sociedad ya ha puesto en marcha, por cambios en el modo de ver las cosas. Como personas y como sociedad tenemos mucha fuerza y ese impulso es el que hace que las utopías dejen de serlo y se conviertan en hechos reales.